¿POR QUÉ LA CURVA NO PARA DE SUBIR?

@abogadodelmar

Como podéis comprobar, en los últimos dos días la curva no sólo no ha tendido a moderarse sino que se ha espigado aún más. Esto es algo que parece no tener sentido después de tantos días de confinamiento. Si las previsiones del gobierno estuvieran en lo cierto (y si el encierro estuviera sirviendo para algo), hace tiempo que se habría estabilizado y debería haber iniciado una trayectoria descendente. Semanas atrás los expertos oficiales comenzaron a tranquilizar a la población anunciando que el pico era inminente y que a partir de ahí la curva empezará abajar. Incluso un médico despierto que habla en redes sociales, un hombre llamado Jano que adquirió cierta notoriedad tras haber sido prohibida su presencia en Espejo Público por aludir a las manifestaciones del 8 de marzo, expresó su opinión allá sobre el 27 del mismo marzo de que alcanzaríamos el pico alrededor del 4 de abril. Sin embargo, de eso nada. Cómo podemos ver, en esto no han acertado ni los expertos críticos ni los domesticados.

¿Qué es lo que está sucediendo entonces?

Tengo el privilegio de mantener contacto con un investigador con experiencia dilatada en virus. En una reciente conversación telefónica me trasladó su convencimiento de que los test de detección del coronavirus, tanto los cacharros chapuceros comprados a empresas sin licencia como los que se suponen de calidad, son completo fracaso y no sirven para nada ni tienen la menor fiabilidad porque simplemente se basan en presupuestos científicos erróneos. En la actualidad estoy a la espera de que me proporcione datos más concretos pero adelanto que habla con gran autoridad.

Si a esto añadimos que el cuerpo humano convive en paz y armonía con virus y bacterias que, en caso de que tengan intenciones perversas, se mantienen a raya con tal de que tengamos un sistema inmunológico normalizado, no es difícil concluir la posibilidad de que la curva no pare de subir debido a que se están haciendo más test que quizá estén dando falsos positivos. Entonces puede no ser descabellada la conclusión de que lo que estén detectando sean los virus inocuos de personas perfectamente sanas, o bien virus malvados de portadores ibmunodeprimidos. Es decir, que puede no ser descabellado concluir que la evolución de la curva nada tiene que ver con la evolución de la epidemia y por lo tanto que la prolongación indefinida del encierro pueda no tener sentido (y sí muchos inconvenientes puesto que, como ya dije en un artículo anterior publicado en blog de José Ortega, el encierro es tóxico para el sistema inmune). En todo caso, es difícil discriminar aquí si tenemos en cuenta el parecer de varios expertos con arreglo al cual a este virus nadie lo ha visto ni ningún científico lo ha aislado en laboratorio.

Por esta vía no es difícil llegar al convencimiento de que si el gobierno plantea recluir en campos de concentración a los positivos asintomáticos, tal vez debería ir pensando en gestionar alojamiento para 47 millones de humanos, porque mucho me temo que con esa birria de herramienta inútil todos o casi todos daríamos positivo aunque estemos más sanos que una manzana.

Mi amiga Carmen Galindo decía en los tiempos de la Universidad que no hay desgracia mayor que atarse un tonto a un pie. Nuestra situación es algo así pero bastante peor: No se trata de un tonto, sino de un equipo completo de tontos, indocumentados, torpes, tarados, psicopatas y dementes. Y no los llevamos atados a un pie. Son ellos los que nos han atado a nosotros.

José Ortega